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Historia de un crack: El cuento de la Joya
Paulo Dybala hoy brilla en la Juventus pero pocos conocen sus inicios, a sus quince años sufrió una dura perdida y casi deja el fútbol. Tras el golpe, la rompió en el ascenso argentino e italiano y ahora es una de las máximas figuras del fútbol mundial. No te pierdas una nueva historia de un Crack.Corría el año 1998, en Laguna Larga, Córdoba, Paulo Bruno Exequiel Dybala era un nene de cinco años que ya la rompía en cada uno de los partidos en los que jugaba. Chiquito, encarador, de una pegada formidable y una potencia que sorprendía a propios y extraños. Una pequeña historia empezaba a deslumbrar a todo Córdoba.
Hijo de Adolfo y Alicia, y menor de tres hermanos, Paulo se crió en una familia bien futbolera. Con sus hermanos mayores Gustavo y Mariano, que habían intentado pero frustrado el sueño de ser jugadores profesionales, este pequeño zurdito era la joya de la familia Dybala y contaba con todas las condiciones para hacerlo realidad.
La unión con su padre sería muy fuerte y un duro momento marcaría un antes y un después, no solo en la carrera de Paulo, sino en la vida del ahora crack a nivel mundial. El 10 de la Juventus, en ese momento era un adolescente que no se animaba a alejarse de su familia y quedarse solo en la pensión de Instituto, el club que lo eligió tras una prueba de no más de diez minutos.
Adolfo fue quien se la jugó por él y dio todo por acompañarlo en el sueño de ambos: que Paulo llegue a ser un futbolista profesional. El descendiente de polacos acompañó a su hijo durante cinco años. Lo llevó, lo esperó que entrene y lo devolvió a su hogar para que hiciera la tarea y descansara. Hasta que un maldito cáncer decidió llevárselo.
Fue un golpe durísimo para la joya que a sus 15 años debió afrontar una muy dura situación. Fue allí que decidió volver durante seis meses a su querida Laguna Larga y jugar en el club de su ciudad, el Club Atlético y Biblioteca Newell's Old Boys. En La Gloria lo respetaron, y tras seis meses de un profundo duelo, el goleador estaba preparado para dar el gran salto.
A su regreso, aceptó quedarse en la pensión de la Gloria, y todo fue un aluvión. A los dos años, la Joya, el apodo que le pusieron en su segundo partido en Primera los relatores de televisión, ya la rompía en un Instituto que peleó el campeonato hasta jugar una Promoción por el Ascenso ante San Lorenzo.
Mientras iba al colegio y terminaba la secundaria, el cordobés de tan sólo 17 años hacía goles en todas las canchas del Nacional B y con 17 tantos en una temporada superó el récord de Mario Alberto Kempes como el goleador más joven de Instituto en torneos oficiales. Eso despertó el amor de todo Córdoba que creía tener en su provincia a la nueva figura del fútbol mundial.
Así fue como el Palermo de Italia decidió desembolsar 12 millones de euros para comprar su ficha. A pesar de que en su primera temporada en Italia su equipo descendió a la Serie B, su camino en el Calcio comenzó a marcarse por las buenas actuaciones, resultados y títulos.
Campeón Serie B, ascenso, pase a la Juventus, títulos, goles importantes, primeras apariciones en Selección, en la que aún no se ha asentado, alegrías, festejos que recorren el mundo y hasta una tribuna con su nombre.
Hoy, 22 años después, ese niño que le pegaba de todos lados y hacía goles en Laguna Larga, hace lo mismo ante los ojos del mundo. Pero hay algo que siempre tiene presente: su padre. A él señala cuando más de una vez levanta sus brazos festejando un gol. No sólo para recordarlo y sentir que está cerca, sino para agradecerle todo lo que ha hecho por él.